¿Es esta figura un buen ejemplo para las mujeres y hombres españoles? Comparto un artículo del bloguero del diario Público Diego Torres. La página original se puede consultar aquí.
Según Urdangarín, la infanta Cristina estaba en la Junta Directiva
del Instituto Nóos sólo para cubrir asientos, lo cual suena bastante
feo. Poco más o menos el duque vino a decirle al juez que su esposa en
Nóos no hacía nada ni servía para otra cosa que no fuese calentar una
silla. Era como si jugaran al póker y necesitaran dos pardillos más. El
juez replicó que bastaba con tres, como suele ser habitual en estos
casos: la Santísima Trinidad, los tres Reyes Magos, las tres Gracias,
los tres Sudamericanos. Sigan ustedes que a mí me da la risa.
Tres únicas virtudes enumeró Urdangarín para la presencia de la
infanta en una Junta Directiva. Transparencia, comodidad y formalismo.
No sé para la realeza, pero para el feminismo no suena muy halagador.
Querida, te voy a nombrar vocal porque eres cómoda, formal y
transparente, pero ni se te ocurra abrir la boca. Tú a lo tuyo. Esto,
que parece una afrenta a la dignidad de la mujer, en efecto lo es. A
menos que Urdangarín (a quienes siempre hemos menospreciado como
aristócrata advenedizo y así nos fue, que un poco más y le donamos la
camisa) esté elaborando una compleja maniobra psicológica al estilo del
doctor House.
En el primer capítulo de House, la doctora Cameron, enterada
de que a Chase lo han contratado por enchufe y a Foreman por su
habilidad para entrar en casas ajenas, le pregunta al puñetero de su
jefe por qué diablos la ha fichado a ella para la unidad de diagnóstico.
“Porque estás muy buena” replica House. “Verte es como mirar un cuadro
hermoso”. Cameron se indigna, recita su currículum y le dice que quedó
segunda de su promoción. “Segunda” dice mordaz House. “Iba a contratar a
la primera, pero no era tan guapa como tú. Entonces fue cuando me
pregunté por qué una auténtica preciosidad, que podía haberse ganado muy
bien la vida como modelo, había dedicado ocho años a estudiar
medicina”.
Ahí tenemos a la infanta Cristina, una mujer que toda su vida se ha
sentado en segunda fila, detrás de su padre, detrás de su hermano,
detrás de su marido, detrás de su título, y nunca, nunca, nunca va a
salir a la palestra, ni siquiera en un vulgar caso de corrupción, aparte
del día de la boda. Es muy triste encontrarse siempre a la sombra del
varón, relegada al decorativo rol de florero, así sea una fregona, ama
de casa, médico, ejecutiva, ministra portavoz, princesa alemana o
princesa española.
Últimamente la corona es un microcosmos del país, como no podía ser
menos. El rey en paro y la infanta de bulto, para cumplir la cuota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario